Las casas 1

 Prisionero sin miedo al fracaso.

En una taberna trabajo. 

Acabaré sólo y descuidado. 

Contando mis penas en silencio. 

La cuenta se la llevará el viento. 

Horas perdidas y maletas repletas de Esperanza. 

Recorro España y enloquezco. 

Cambio de vida y de sueños. 

En la cabeza escondido guardo un recuerdo. 

                                       Mi pueblo. 

Sitio de veraneantes y lugares para perderse. 

A lo alto de la sierra ya se ven otros lugares. 

Mirabel y Plasencia.

Y al bajar la cumbre Grimaldo.

En la sierra se respira. 

Aroma de pino y  jara,

Con el aire de solana el de eucalipto los tapa. 

Allá en el monte verde “la madre del agua”.

La liebre corre libre. 

Troncha maleza el jabalí,

el ciervo dando saltos cruza sierra y carretera y  llega a la lombriz.

Por la canal y el Mimbrero anida el el colibrí. 

Todavía hay quien se pregunta ¿por qué se fue de allí? 

Paraje olvidado lleno de maleza y fauna. 

Lugar para perderse son las Casas.

Sí bajo al monte bajo abunda la encina y la retama, el alcornoque y la jara. 

Lugar donde crecí, olivares de las casas. 

Dehesas y prados guardan ganados de ovejas y cabras, de cochinos y de vacas. 

Cuidados por ganaderos que en el campo les dan las tantas. 

Al lugar que nada tiene todo guarda. 

Del que todas las lenguas hablan. 

Las hay como en todos sitios buenas y malas. 

Allí quiero volver a mi pueblo y a mi casa. 




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