Olvido fallido

 Pasee por las calles, todas las dudas en el aire y al final… Este relato.

Para olvidarla, quise beberme la música a la que me recordaba.

En los bares que cierran tarde, las guitarras suenan durante horas por músicos estudiantes/ obreros que sepultan allí su tiempo.

Donde corre la cerveza y los corazones están sedientos por encontrar compañía, para compartir penas y sacar lágrimas, sí. De risa.

Para acabar en un colchón tirado o en un portal llorando.

Allí agarrado a una botella con el ambiente cargado, saqué mi papel, los acordes de fondo me ayudaban a escribir o componer mis penas que son muchas, más que ayer.

Ordené mis pensamientos… Me costó tinta e imaginación, cada trazo de una letra dibujaba sin querer su cara. Que despiste el mío, que desgracia.

Lo conseguí, dejé de dibujarla.

¿Durará?  Hasta volver a verla.

 Es un huracán que entra por la puerta, arrasa y descoloca.

Sentía cada mañana que sus mentiras me hacían feliz y yo infeliz, caí.

Al principio un amigo, pero el roce hace el cariño, y ella sin quererlo. Vino. A mí, a mi papel, a mi pluma.

Al alma del poetastro cansado que siempre he querido ser.

Al cerebro del escritor frustrado.

A cada rincón de mi rollizo cuerpo que alguna vez que locó.

Como tocan mis labios el vaso para escribir mejor.

Imposible olvidar su risa.

Cada momento en la retina.

Como el fotógrafo principiante que busca el mejor retrato de la luna.

Recordarla no me gusta, prefiero tenerla lejos y verla cerca.

Sigo bebiendo cerveza, me despista, me evade y entonces…

Busco complicidad en brazos abiertos

Entre almas que supuran cicatrices.

Con distinta historia y mismo tema.

En la cantina donde se palpa el desánimo.

Ser yo su cura o ella la mía

Y por lo contrario ninguno de los dos vacuna.

Ya no me quedan argumentos, ni vergüenza.

Ahora hay una historia entre cuatro manos.

Subidas a un tren de pasión, de consuelos, de abrazos.

Parada… estación culpa y remordimiento por parte de ambos,

Pero que hacerle somos animales con instinto.

Y seguimos nuestro destino,

Tan cobardes, tan amigos.

Tan iguales y tan distintos.

Sin ser dueños del mismo.

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