Personal, política
Me he ido por las oscuras costas de mi alma con el velero más grande y negro que el traje de luto que lleva mi pellejo.
Me he quedado trasegando en barras y vomitando en sus tugurios mis palabras.
He ido por la sombra de la locura, de la música y la comedia. Pero la escritura es de lo hondo de mi ser, ese grande y oscuro, que esconde locura y terror, que esconde impotencia miedo y ruptura de letras, de bandejas que llevan sueltas varios trozos de sonrisa, que acaban en la cuneta de la insipiencia. Al ver mi rostro, ves ojeras que guardan más misterio y vergüenza.
Miedo a dar el paso, miedo llaman miedo al temblor del cuerpo que se enfrenta a algo nuevo.
Llaman amor a algo ficticio que está en el aire y que acaba siempre mal, jodido.
Llaman sentimientos a regalar oídos y llaman regalar oídos a lo sincero.
Gorbernando a la cabeza papel, petróleo y oro.
Guerras por poseerlo. Ambición y entre nosotros al vencedor enaltecido en estatuas, poder y libros. Tiranía Sin importarnos los vencidos.
Patrañas de una vida extraña, voy relatando, rompiendo botas y carpetas.
Gastando mi voz con letras muertas dedicadas a los enterrados en cunetas.
Gastando lo que no tengo en sonrisas que no quiero de vuelta.
Soy ese paseante aburrido que se emociona con el aire de la sierra, con sus sonidos y vistas.
Soy el profeta que ladra a un rebaño sin camino, metido en un mundo al que ni siquiera ven camino.
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